VIII Día

“Las heces se secaban al sol, se convertían en polvo, y eran respiradas por todos con regocijos de pascua en las frescas y venturosas brisas de diciembre”

Las dimensiones de un puerto, sus contenedores apilados, sus grúas de escándalo y sus barcos de infinitos estómagos, dan la sensación de que la verdadera economía mundial se cuece en estos lugares dejados de la mano de dios. La cantidad de exportaciones e importaciones acumuladas en el muelle más remoto, sus irregulares formas y pesadas moles movidas por la más puntera tecnología industrial, nos remiten a un pensado e intensísimo mercado internacional de una cruda realidad, tan intensa y a veces maloliente como los restos putrefactos de las aves que acechan a los cargueros de cereales.