II Día

"Aquel engaño fue providencial para ambos porque los puso a salvo de la compasión"

Las rutinas de abordo pronto desvelan el frío desengaño de todo romanticismo y el arte de la evocación en medio de lo imposible. Quizás sea eso, quizás simplemente la disciplina de madrugar y los recuerdos de los entresijos de un Octubre Rojo con sus pasillos angostos, su laberinto de puertas, sus sonidos metálicos y su avalancha de instrucciones en el inglés de los acentos italiano e indio de la tripulacion. A los que se suman unos pasajeros alemanes, compañeros de viaje y de estrictos horarios, cuya entonación deja más un sabor a guerra fría si cabe.

Encontré un salvavidas para la convivencia: el futbolín. Después de instruir a toda la tropa alemana en el arte del juego de muñeca, hemos hallado un punto de encuentro para soltar todas las risas fáciles de nuestras bobas conversaciones.