III Día

"Mientras lo pensaba escribía dos pliegos más antes de acostarse de modo que la carta original fue convirtiéndose en un diccionario de requiebros, inspirados en los libros que había aprendido de memoria de tanto leerlos en las esperas del parque"

Escuchada de cerca, pero de muy cerca, la sirena de un barco es un sonido gutural, orgánico, animal, como un gran mamífero agonizante. Y más en un simulacro de emergencia y abandono. El sonido de las sirenas en medio del océano impresiona. Correr a la parte más elevada, sentir la violencia de un viento que no conoce obstáculos agitando tus ropas y cabellos mientras te aferras al saco con el traje térmico y te subes al bote salvavidas, impresiona, por mucho simulacro que sea.

Por cierto que a mis detractores de rechufla diré que el traje térmico se ha incorporado a las medidas de seguridad y consta, con un salvavidas y un casco, como el equipaje de emergencia que hay en las pertenencias de cada pasajero. Es muy bonito y muy rojo mi traje térmico, y tiene una cuerda en el brazo izquierdo para que en caso de caer todos al mar nos agarremos en círculo cual corro de la patata. Y digo yo, si, ahora que aún surcamos aguas brasileñas, o cuando lleguemos al ecuador, no podríamos hacer un simulacro de caída al agua... patos!