El tumor cerebral del pulmón del mundo

Una de las preocupaciones ambientales planetarias, Brasil, el pulmón del mundo, tiene el cáncer en la cabeza.

Vamos listos si confiamos a la conservación de este medio natural todas nuestras esperanzas. Porque aquí harán todo lo posible por llevarnos la contraria. La ideología anticolonialista es superior a cualquier política. Antes lograríamos ejercer una influencia positiva proponiendo lo opuesto a lo que pensamos.

Si cortamos, por exploradores, si conservamos, por hipócritas, y si reforestamos, por etnocéntricos igualmente. Si es cierto que la tala de árboles ha enriquecido a muchas empresas internacionales, no es menos cierta la explotación nacional de esas mismas riquezas con igual despudor, por no hablar del censo invisible de la pequeña agricultura y ganadaría nacional... Y si es cierto que Europa, después de haber consumido sus propios recursos, viene ahora a reclamar una conciencia ecológica con cierto descaro, no deja de ser cierto tampoco que las propuestas de reforestación deben ser entendidas en clave mundial y no como luchas de identidades más allá de la pertenencia a un mismo planeta.

Así, por encima de las nacionalidades, existen unas características físicas de los territorios, que los hacen asimilables a otros lugares del globo y susceptibles a similares prácticas de reforestación. Pero, incluso una propuesta de análisis local y de experimentación de especies sobre el terreno es vista con recelo. Si esto sirvió para impulsar terrenos degradados en Europa, aquí, en condiciones iguales porque pertenecemos a un planeta diferenciado en zonas climáticas en función a su distancia al Ecuador, no puede funcionar igual. Porque no vamos a permitir que vengan con esa piel de cordero de reconocer las particularidades locales y proponer estudios sobre el terreno para asimilar las teorías científicas a nuestra realidad concreta. No, esto es el Brasil y aquí no rige otra lei que la nuestra. Y la nuestra se basa en negar todo lo que venga de fuera, porque el Brasil debe hallar su camino en soledad... y agárrate mundo que aquí llega.

No se engañen, no, ecologistas del mundo, que piensen tener en los ecologistas brasileños unos aliados contra la degradación del pulmón de la tierra. Que el mal está en la cabeza y aquí antes que nada son anticolonialistas, y después ecologistas de rezumado marxismo mal asimilado. 

Pero el colonialismo es como el capitalismo, todo lo engulle. Y así, estos herederos del pensamiento occidental, no sólo son hijos de sangre de sus odiados conquistadores (motivo de orgullo no obstante en una contradicción constante y absoluta) sino que son hijos de ideas que aquí reproducen como propias en un mejunje que ya está bien de disculpar.