Dificultades III

No deseaba caer en los tópicos. Pero caía y caía a diario. Sabía que había una etapa inicial difícil, de adaptación, de contrastes. Y tal vez la constatación de todos los tópicos latinoamericanos debía ser un proceso obligado. No lo podía evitar. Por mucho esfuerzo que hiciera. 

De modo que me sumergía en ellos. Empapándome. Absorviendolos. Dándome un atracón de tópicos para (ojalá) purificarme. Purificación por empacho.

Además, yo había venido a eso. Al mundo de los imaginarios. El problema era que cuando yo venía mi mente ya volvía. 

Desde la infancia había observado situaciones muy concretas en la convivencia entre seres humanos que se repetían en el tiempo. Pero había una en particular que siempre me había provocado gran desconcierto y fascinación: la de la ignorancia con la experiencia. Las conversaciones entre personas emocionadas por explorar una realidad recientemente descubierta y su interacción con aquellas otras que partían de una experiencia, de un conocimiento. Siempre parcial, siempre particular y único, pero un conocimiento al fin.

Esto tiene infinidad de ejemplos. La niñez que contacta con la adolescencia; el bachiller con el el universitario; éste con el titulado; el mundo laboral... y largos etcéteras. Tal vez los primeros casos se den entre niños que creen en los reyes magos y los que ya conocen la realidad...

El nóbel suele sentir un cierto desengaño, y en ocasiones pedantería, en las palabras del experimentado. Y yo, por supuesto, también había notado esa tristeza callada, esos silencios condescendientes, en algunas charlas con grandes viajeros del nuevo continente.