Inmigrante III

En portugués existe la expresión "dar graxa" que literalmente significaría untar aceite, aunque en realidad quiere decir adular, hacer la pelota. Untar de adulaciones. Pues bien, el portugués utiliza esa técnica, igual que el español y que muchos otros pueblos, por una cuestión formal, por convención, porque así se cree educado, en fin. El brasileño lo usa para ocultar su incompetencia. 
Ante una pregunta de respuesta ignorada, o ante un nuevo NO y mi consiguiente estupefacción, el brasileño miraba al vacío, o a la pantalla de su muy avanzado e inútil sistema informático, produciéndose el siguiente diálogo:

-Uf, abrir una cuenta en este banco. ¿Pero tiene todos estos papeles?
-Si, hoy lo he traído todo.
-Ah, pero le falta este.
-Ah, pero es la tercera vez que vengo porque siempre se inventan un papel nuevo. ¡Díganme de una vez qué tengo que traer!
-Aaaaaaaa...mmmmmmmm. ¿Y de dónde viene? ¿De España? Debe ser lindo allí.

¡Lo había descubierto! ¡Lo había corroborado! No es que yo me hubiese cansado de una admiración a Europa que ya conocía y esperaba, incluso antes de venir. Es que mi país era lindo, legal y hasta "chiqui" cuando surgían las dificultades, como respuesta a mi indignación. Porque a esas alturas ya había cambiado la tolerancia y la compresión por la indignación y el cansancio después de las cantidades ingentes de "noes" que me metía a diario. Llevaba ya una dosis de caballo en el cuerpo como para reaccionar con compresión a su mirada perdida, a su bobalicona sonrisa, y, compartiendo su éxtasis, responder "sí, lindísimo". 

Tu puta madre también ha de ser muy linda, pero no me te inventes más papeles y hazme lo que te pido de una vez. Un pensamiento así me unía con la naturaleza del inmigrante, que se arrastra y desgasta de ventanilla en ventanilla, de mostrador en mostrador...

Hubo una que en su sorpresa fue la más espontánea y honesta de todos. Contrariada porque alguien de un lugar tan "chiqui" pudiera optar por su ciudad me dijo "o que tu tá fazendo aqui!?" Pues eso mismo digo yo hija mía...